sábado, 14 de abril de 2007

Zurdicitada

"Las educadoras y educadores de este país tienen mucho que enseñar a los niños y niñas, además de los contenidos (...) Tienen mucho que enseñar por el ejemplo de combate a favor de los cambios fundamentales que necesitamos, de combate contra el autoritarismo y a favor de la democracia" (Paulo Freire, "Cartas a quien pretende enseñar")
Me gustaría haber iniciado esta entrada con algo más grato. Pero la tragedia neuquina reclama reflexión crítica por parte de la sociedad. Nosotros no podemos permanecer al margen. La gravedad del asunto nos obliga a opinar, no sólo como ciudadanos, sino también como profesionales comprometidos y críticos ante una realidad social angustiante.
No olvidemos, como dice Freire, que (aunque esta afirmación sea una obviedad, muchos la siguen descartando y negando) la educación es un acto político.
Que no turbe nuestro juicio la disputa política o el debate legalista acerca de si la responsabilidad es exclusiva de un actor o compartida entre varios de ellos. Son cuestiones conexas a lo fundamental. No perdamos de vista lo esencial: la muerte injusta (aunque no existen "muertes justas") de un trabajador que reclamaba algo básico, que está en la Biblia: justicia e igualdad de derechos, con un mejor reparto de la riqueza.
A 31 años del comienzo de la dictadura más sangrienta y asesina de nuestra historia como nación (con la que muchos colaboraron a través del silencio) no nos callemos y llamemos a las cosas por su nombre, no utilicemos eufemismos: a Carlos Fuentealba lo asesinaron. Las pericias determinaron que el proyectil fue lanzado desde una distancia de entre 3 y 7 metros, y en un ángulo de 90º. El policía Poblete sabía los efectos devastadores de esa forma de disparar. Sobisch sabía que su orden de reprimir podía segar vidas humanas. "Bárbaros, las ideas no se matan", escribió Sarmiento en su exilio.
Nos quisieron injertar el "no te metás", el silencio y el miedo a salir a la calle. Paulo Freire nos invita a "no esconder los temores ni permitir que el miedo nos paralice". Debemos "educar el miedo, gobernarlo, ya que de ahí surgirá la valentía". No naturalicemos el miedo, que no se reinstale la cultura de la muerte.
Floreal Gorini afirmaba que "el camino de la construcción de la utopía se construye de múltiples batallas; la más importante de todas es la batalla cultural". Por eso es que necesitamos, para convertirnos en una sociedad verdaderamente democrática, exigir a los medios de comunicación que dejen de interesarse únicamente en la muerte. Que no esperen un asesinato en Salta para dar a conocer la situación de nuestros hermanos del norte...
Estamos cansados de los intentos de ciertos sectores políticos y económicos de "criminalizar" los reclamos sociales. Estamos cansados de gobiernos que asesinan a personas en lugar de matar el hambre, la carencia de servicios básicos, la corrupción y la injusticia.
La muerte de Pocho Lepratti (otro pobre que osó dotar de voz y conciencia a los más humildes) llevó a León Gieco a preguntar "¿Con qué libros se educó esta bestia con saña y sin alma?"
Basta de "mano dura", basta de "obediencia debida", basta de muerte, basta de violencia en lugar del diálogo y la aceptación del otro.
La sociedad argentina lo gritó hace más de 20 años, pero hay "sordos que no quieren oír" que ya exigimos, como pueblo pacífico y democrático NUNCA MÁS.
Aunque las escenas se repitan, no nos acostumbremos a la muerte, no nos habituemos a contabilizar cadáveres luego de una manifestación, no aceptemos lo ineludible, porque "el mundo no «es» así, el mundo «está siendo» así. Y lo tenemos que cambiar"...
Asesinaron a uno. Quedamos millones...

Nota: este texto estuvo pensado para ser publicado como "solicitada". Para muchos, era "fuerte". Era muy "zurdo". Demasiado comprometedor y comprometido, diría yo. Dice Freire "No me siento infalible. Me sé inacabado. Lo que me irrita es la deslealtad. Es la crítica infundada. Es la falta de ética en las acusaciones". Por eso lo bauticé "zurdicitada"...

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